2ª razón:

Los altos costes de construcción, mantenimiento y explotación suponen que ninguna línea de alta velocidad en el Estado Español resulte económicamente rentable por lo que requiere de subsidios continuados de dinero público.


En el Estado Español ninguna línea recuperará los costes de la construcción (entre 14 y 18 millones el kilómetro). Solo 4 líneas (las que parten de Madrid a Barcelona, Valencia, Sevilla y Málaga) cubren el coste de operación y mantenimiento, es decir, alcanzan la cobertura mínima del 100% para no perder dinero por mover los vagones. Debido a su escaso número de pasajeros y altos gastos de mantenimiento, el resto de líneas requieren de subvención pública continuada para poder seguir funcionando.

En este sentido, el Corredor navarro no tendría ningún tipo de rentabilidad financiera. No es que sería inviable recuperar la inversión hecha en su construcción sino que tampoco se cubrirían los costes de operación y mantenimiento dado el insuficiente número de viajeros que tendría. En 2016, utilizaron los servicios de larga distancia 925.100 usuarios cuando para conseguir que una línea cubra sus costes de utilización se necesitan varios millones.



Se suele afirmar que, en general, las obras públicas como carreteras, autovías o ferrocarriles no cubren los costes de construcción y mantenimiento, y se justifican ya que realizan un servicio público. Sin embargo, consideramos que en este caso este servicio ya existe en unas condiciones adecuadas y razonables. El Alvia llega en 3 horas y cuarto a Madrid, los trenes Talgo tardan 33 minutos a Alsasua y 50 a Vitoria. Por su parte, la Alta Velocidad reduciría como mucho en media hora el viaje a Madrid y en 15 minutos a Vitoria. Y no pararía ni en Tafalla ni Alsasua. Por lo tanto carece de sentido invertir miles de millones de euros y provocar graves impactos en el territorio para que una minoría de la población, aquella que viaja habitualmente a largas distancias, gane un poco de tiempo.

>> Ver 3ª razón

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